miércoles, 4 de diciembre de 2013

Los partidos - han perdido el contacto con la gente.

Democracia sin partidos?

A primera vista podría parecer una pregunta provocadora, imposible, arrogante, inconstitucional y anti-democrática. Una especie de reductio ad absurdum,(Hipotesis de lo absurdo), no muy diferente a la paradoja de Aquiles y la tortuga de Zenón. Los partidos son realmente potentes mediadores que permiten a las personas ejercer su soberanía. ¿Cómo podrían los ciudadanos ejercer este derecho sin los partidos? .


Un repaso por los artículos de nuestra constitución

*ART. 14.-Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes que reglamenten su ejercicio; a saber: de trabajar y ejercer toda industria lícita; de navegar y comerciar; de peticionar a las autoridades; de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio argentino; de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa; de usar y disponer de su propiedad; de asociarse con fines útiles; de profesar libremente su culto; de enseñar y aprender.
Artículo 38- Los partidos políticos son instituciones fundamentales del sistema democrático.Su creación y el ejercicio de sus actividades son libres dentro del respeto a esta Constitución, la que garantiza su organización y funcionamiento democráticos, la representación de las minorías, la competencia para la postulación de candidatos a cargos públicos electivos, el acceso a la información publica y la difusión de sus ideas. El Estado contribuye al sostenimiento económico de sus actividades y de la capacitación de sus dirigentes. Los partidos políticos deberán dar publicidad del origen y destino de sus fondos y patrimonio.
Artículo 39- Los ciudadanos tienen el derecho de iniciativa para presentar proyectos de ley en la Cámara de Diputados. El Congreso deberá darles expreso tratamiento dentro del término de doce meses.
El Congreso, con el voto de la mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara, sancionará una ley reglamentaria que no podrá exigir más del tres por ciento del padrón electoral nacional, dentro del cual deberá contemplar una adecuada distribución territorial para suscribir la iniciativa.
No serán objeto de iniciativa popular los proyectos referidos a reforma constitucional, tratados internacionales, tributos, presupuesto y materia penal. 
Artículo 40- El Congreso, a iniciativa de la Cámara de Diputados, podrá someter a consulta popular un proyecto de ley. La ley de convocatoria no podrá ser vetada.
El voto afirmativo del proyecto por el pueblo de la Nación lo convertirá en ley y su promulgación será automática.
El Congreso o el Presidente de la Nación, dentro de sus respectivas competencias, podrán convocar a consulta popular no vinculante. En este caso el voto no será obligatorio.
El Congreso, con el voto de la mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara, reglamentará las materias, procedimientos y oportunidad de la consulta popular.


        Podríamos resumir que ....

"Todos los ciudadanos tienen derecho a asociarse libremente para concurrir con procedimientos democráticos a sugerir, promover y fijar las políticas nacionales."


          Los ciudadanos , a estas alturas, se engañan a sí mismos si creen que pueden participar en la gestión de la cosa pública. De hecho se les pide sólo en el momento crucial : las elecciones. Ese momento en el que " los expertos en política ", salen del armario , sostenidos por poderosos medios de comunicación y corporativos después de un largo periodo de letargo y discursos llenos de adjetivos y exclamaciones de palabras redundantes al efecto, pero carentes de sentido y lógica , tratando de solicitar los votos y simpatías.


           El Ciudadano, gracias a estos "nuevos sofistas",gracias a estos maestros de la retorica no es más que un consumidor que viene capturado, sobre todo, hipnotizado como sostiene el pensamiento de A. N.Chomsky, teórico comunicaciones filósofo estadounidense, y J. Habermas, uno de los principales exponentes de la Escuela de Frankfurt. Y de la misma manera que Neron utiliza “el pan y circo” para nublar los ojos de sus súbditos, nuestros demagogos utilizan los poderosos medios de comunicación.

            Después de todas estas observaciones, siguen creyendo que los partidos tienen su propia legitimidad en la voluntad del pueblo ?

           Antes de responder esta pregunta es necesario una pausa y analizar la Teoría de la autoridad, aún en nuestros dias no superada, del gran sociólogo M.Weber . Este último realizaba una clara distinción entre el poder y la autoridad. Mientras que el poder no es nada más que " cualquier posibilidad de hacer valer dentro de una relación social, incluso de frente a la oposición , su propia voluntad, cualquiera que sea la base de esta posibilidad", y la autoridad es " la posibilidad de que comandos específicos puedan encontrar, la obediencia por parte de un determinado grupo de hombres. "


Entonces, ¿cuál es la distinción clave entre el poder y la autoridad?

La legitimidad .
Los partidos poseen tal derecho , poseen esa legitimidad ?
Los ciudadanos son conscientes de participar , de dar su consentimiento ? Se diría que no .
Esto nos lleva directamente a la respuesta : los partidos no tienen la autoridad, sólo tienen el poder. Y en un período de profunda crisis cultural, económica, social ,este poder ha dejado más que nunca la libertad de actuar a su antojo.

          Las Instituciones, demasiadas desgastadas y asfixiadas para contenerla , hace que que la política se convierta sólo en poder sin control, un poder descontrolado, ahora ha vendido su alma al " capitalismo tecno-nihilista " , un término acuñado por Mauro Magatti , sociólogo y economista italiano . ¿Cómo salir de este laberinto y hacer que la política retorne a que los “animales sociales”colaboren entre si.


            Una posible solución es proporcionada por el pensamiento de Adriano Olivetti, quien no sólo fue uno de los más grandes empresarios italianos del siglo XX, sino también, como saben muy pocas personas, "uno de los pocos filósofos y maestros del estado de la ciencia política de un siglo, en el que no es el vigor de moda y el rigor sistemático ". Olivetti en los años 50 escribió un libro titulado "La sociedad, el Estado, la Comunidad", que a su vez contiene un breve ensayo titulado "democracia sin partidos", en la que el autor declaró:


"Estamos , por tanto, de frente al apogeo de la fuerza de los grandes partidos organizados , por lo que el actual régimen político toma el nombre, no sin razón, de Partitocracia ,la burocracia de los partidos que se rige por un engranaje complejo de intereses ocultos y personalismo. Es el apogeo y comienzo de la decadencia , todavía la gente esta desorganizada , por lo que la expresión de su voluntad es una farsa , ya que sus organizadores, sus mediadores - . Los partidos - han perdido el contacto con la gente " . Olivetti por esta razón, propuso un sistema de "democracia integrada " en un " Estado Federal de la Comunidad " donde los ciudadanos realmente podían ser elegidos , con el método clásico, sólo el político a nivel local o mejor dicho de la comunidad y no los de nivel provincial o nacional. Para este último, en cambio sería utilizado en su lugar, como aclara Olivetti en su obra principal " El orden político de la Comunidad " , un sistema articulado en "elecciones directas e indirectas respetuosas de esos dos factores esenciales que tienen la experiencia probada de los elegidos que demuestren su preparación moral y cultural " .


      Democracia es, de hecho, el mejor sistema si todavía defectuoso, como creación humana, y por esta razón, como afirma A. Tocqueville debe ser corregida de forma continua con más democracia. Un sistema democrático, como el nuestro, que reduce la participación de los ciudadanos solo en el momento de la elección ya no es suficiente.

       Candidatos Políticos elegidos únicamente por las secretarias del partido o corporaciones, sin ser evaluados por sus habilidades específicas y morales ya no puede ser tolerado.


    Partidos políticos vacíos de forma y contenido son perjudiciales para el sistema.Non hay tiempo que perder, por lo tanto, debemos crear grandes narrativas innovadoras, que son capaces de liberar el árbol de la democracia, reprimiendo esta hiedra que la envuelve .

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